La clínica actual nos convoca como terapeutas a buscar
recursos técnicos y teóricos para pensar y ayudar a nuestros pacientes.
Pacientes complejos para que abordemos
sólo desde los recursos ortodoxos de la palabra. La palabra resulta insuficiente,
inconexa, sin sustento con los actos que se presentifica, muchas veces sin que
el sujeto pueda explicarlos o dar cuenta de ellos. Pacientes de acting, de
adicciones, de consumismo, de vacío, de enfermedades que se expresan en el
cuerpo sin poder darle sentido simbólico, de trastornos de personalidad
difíciles de convocar a un espacio de transferencia neurótica justamente por
carecer de esta presentación clínica. La palabra nos queda corta.
Fonagy y Bateman aportan un concepto teórico que nos ayuda
en este sentido, la mentalización. Se refieren al desarrollo de la conducta
cognitiva, afectiva, intuitiva y perceptiva que le permite a un sujeto dar
cuenta que pasa en el otro, y que ocurre en su” sí mismo”. Rescatamos el
desarrollo de la mentalización como un elemento organizativo en los vínculos
intersubjetivos y podemos decir también en los vínculos intrasubjetivo. Por vinculo
intrasubjetivo me refiero al particular
mecanismo que realiza el yo donde es sujeto de la acción pero a su vez es
observador de la misma, generando una actitud crítica frente al accionar que él
mismo produce.
Así como la conducta de apego se va desarrollando en el
intercambio vincular con las figuras de apego, la mentalización también va logrando
una complejización en el desarrollo en
función de la adecuada sincronización de las figuras de apego, respuesta
sensible, función reflexiva, respecto del mundo cognitivo-emocional del niño.
En su desarrollo transcurre una etapa, la prementalización, donde el niño tiene
conductas que responden a su traducción de lo que ocurre en el mundo externo y
en su interioridad, lo llamativo que ya siendo adulto cuando ha ocurrido una
falla en el camino hacia la
mentalización, aparecen estos modo de comprensión del mundo
prementalizados y se instalan conductas que responden a los cuadros
psicopatológicos que he mencionado al comienzo del articulo.
Como terapeutas poder conocer estos modos prementalizados
nos da recursos para desde allí generar intercambios que vayan instalando en el
espacio analítico un modo de pensar mentalizado. Siguiendo el modelo de la
figura de apego, nos permite traducir adecuadamente conductas que el sujeto no
puede explicar de si mismo e ir acompañándolo en el proceso de comprensión de su
propio funcionamiento mental. De esta
manera se va dando un pensamiento adecuado a los afectos que va sintiendo y
desarticulando las fallas en el proceso de comprensión de sí mismo y los otros.
Sin embargo nos debe quedar claro que este proceso no es
sencillo, requiere mucha dedicación del terapeuta aportando su “aparato de
pensar” y su cuerpo en presencia y sostén del paciente.
Ver también :
Ver también :